31 agosto, 2009

Dos meses después...

Preocúpate menos y vive más” Esas fueron de las últimas palabras que Jenny de 17 años le decía a su hermano León de 28 años, semanas antes de que ella sufriera aquel accidente.

Yo conocí a Jenny cuando ella tenía tan solo 7 años de edad, era una niña rodeada de mucho amor tanto de familiares como de amigos. Recuerdo que siempre estaba sonriendo, parecía que a diario le cambiaban las pilas Duracell, como dicen: “no se le terminaba la pila”.


Jamás hubiera imaginado que 10 años después, siendo toda una señorita pero con esa misma mirada feliz, inocente y llena de nobleza, Jenny tomaría otro camino


...A lo lejos se veía una enorme fila de gente, como si inauguraran el antro de moda, gente de todas las edades y condiciones sociales. Todos estaban ahí, familiares, amigos y conocidos de Jenny, para darle el último adiós..


¡Caray! ¿Y qué se hace? ¿Qué se dice? ¿Cómo puede uno saber qué es apropiado decir si cada doliente piensa diferente?

"Yo sé cómo te sientes", "Pronto te vas a sobreponer", ""La vida sigue", “Tiempo al tiempo”, “Tienes otros hijos" o, según yo la peor: "Tenía toda una vida por delante".

Todos esos comentarios podrían banalizar su dolor, en vez de respetar la gravedad del sufrimiento. Se necesita más que buenas intenciones para poder consolar a una persona que ha sufrido una pérdida, sobre todo para encontrar las palabras adecuadas de consuelo, debemos ser excesivamente sensibles y cuidadosos con lo que pueda salir de nuestros labios… una vez que las palabras salieron no regresará el tiempo.

Pienso que el mejor consuelo es el silencio pero, ¿Cómo puede uno consolar sin decir palabra alguna?

Talvez mi respuesta sería: ¡No digas nada! A menos que estés complemente seguro que tus palabras serán reconfortantes para esa persona.


Si lo que se pretende es apoyar en ese momento tan vulnerable, pienso que lo mejor es ir, abrazar, sentarnos con los labios bien sellados, los oídos bien abiertos y escuchar.. hablará de su sentir y entonces sabremos qué es lo que necesita. Después podremos responder de la manera más segura y sensible para así poder confortar a esa persona.

Podemos ayudar mucho más, incluso en silencio. No debemos sentir la obligación de decir alguna palabra o frase de consuelo.


Jenny, hace 2 meses te fuiste, ¿A dónde? No tengo idea, no sé si a vivir otra preciada y rara vida humana, no sé si te fuiste al cielo, no sé si ahora eres un ángel o si dejaste de existir en todo aspecto. Si estas por ahí haciendo travesuras o en compañía de aquellos seres que al igual que tú se adelantaron.

Te recuerdo y a veces te siento.

¡Hasta luego, Jenny!

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