17 febrero, 2009

¡Quiero y voy a perdonarte!


No es olvidar, no es dejar de recordar, no es anular, no es pensar y hacer de cuenta que no pasó nada, no es vengarse, no es cegarse, no es castigar, no es guardar rencor.

Si sabemos pedir perdón de corazón haciéndonos responsables de lo ocurrido y estar dispuestos a aprender del error y por supuesto no volver a cometerlo, también debemos y podemos aprender a perdonar de corazón.

El verdadero significado de perdonar es algo que recibimos, no que concedemos, es un acto de bondad para nosotros mismos.

Cuando perdonamos, no liberamos a esa perdona del error que cometió, nos liberamos nosotros mismos, echando fuera cualquier tipo de resentimiento demostrándonos la capacidad que tenemos de amar.

Al rencor se le mata con el veneno del perdón, el rencor nos hace sentir tristes, el perdón felices.

¿Cuántas veces no tenemos alguna pelea con una persona tan cercana y amada como nuestros propios padres? Oscar Wilde decía: “De pequeños los niños aman a sus padres, cuando crecen los juzgan y sólo a veces los perdonan”

Tal vez pueda resultarnos difícil perdonar a alguien que nos lastimó, pero la clave está en querer perdonar y saber que podemos hacerlo aunque no sepamos cómo, lo verdaderamente triste sería el no querer perdonar.

¿Por qué invertimos tiempo en reclamarle a esa persona lo que hizo? ¿Por qué invertimos tiempo en recordar el daño que nos hicieron?¿Por qué invertimos tiempo en planear la mejor venganza? ¿Por qué invertimos tiempo esperando a que venga a pedir perdón, sin siquiera saber como hacerlo?

¿Por qué no invertimos ese tiempo en pensar cómo podemos perdonar de corazón? ¿Por qué no invertimos ese tiempo en recordar que somos humanos y que todos cometemos errores? ¿Por qué no invertimos ese tiempo en pensar que podríamos ser nosotros los que estamos en espera de un perdón?

¿Por qué no invertimos ese tiempo en saber amar compasivamente?

Alguna vez escuché una frase que penetró en mi de una forma tan especial, la frase decía: “Los seres humanos podemos pasar la vida completa guardando rencor y planeando una venganza o castigo, pero somos incapaces de planear como amar toda una vida”


Si pudiéramos observar nuestro interior con una pequeña camarita, realmente nos sorprenderíamos de todo lo que ocurre en nuestro organismo y mente por el simple hecho de experimentar enojo, odio, rencor, cada pensamiento o sentimiento negativo. Sin embargo, cuando nos sentimos tranquilos, con paz y alegres, es porque tenemos buenos pensamientos y estamos asegurando una mejor calidad de vida.

El proceso puede ser difícil, pero basta con proponérnoslo, no hay que esperar a que nos pidan perdón, primero que nada se trata de nosotros, de deshacernos de ese resentimiento.

Es importante saber que la gente puede llegar a lastimarnos u ofendernos de manera inconciente, probablemente ni siquiera se dieron cuenta de lo que hicieron, incluso las personas que más nos aman alguna vez nos han lastimado y eso no significa que fue con toda la intención de hacernos daño, por eso mismo es vital que no esperemos una disculpa.

No hay que permitir que la relación con esa persona se deteriore, si nos ofrecen una disculpa, comencemos por darnos cuenta de que tuvieron la consideración de pedirnos perdón. Después, hagamos lo posible por ponernos en el lugar de esa persona, escuchemos con atención y con el corazón abierto, tratemos de comprender la razón por la cual nos lastimaron y por último, no debemos sentirnos comprometidos de decir en ese momento “te perdono” si no estamos seguros y si no lo vamos a hacer de corazón.

¿Cuántas veces no hemos lastimado nosotros a alguien? Todos cometemos errores y si a nosotros nos han perdonado y logramos sentir esa tranquilidad y paz de pedir perdón y ser perdonados, hagamos lo mismo, pensemos en qué podemos hacer sentir a esa persona mejor.

Si se ha perdonado, debemos aceptar que el proceso de olvidar será poco a poco. No debemos forzarnos a olvidar, los recuerdos desvanecerán con el paso del tiempo y dejarán de ser dolorosos hasta el punto de no volver a recordarlos.

Sin embargo pienso que el perdón más importante no es hacia las otras personas, es hacia uno mismo. Es perdonarnos por lastimar a otros, por tomar malas decisiones en la vida, por descuidarnos física y emocionalmente, por permitirnos tener malos sentimientos hacia otros, por envenenar nuestra alma. Si vamos a aprender a perdonar a otras personas o si ya sabemos perdonar de corazón, debemos empezar por nosotros.

Cuando estemos listos para perdonar y dejar atrás todo, pienso que una buena terapia sería hacer un ritual que represente el acto del perdón, por ejemplo, escribir en una hoja todo lo que sentiste, lo que te hirió y después quemar esa hoja sintiendo como desaparece todo ese rencor o encender una vela imaginando que tu coraje terminará en el momento en que la vela se derrita por completo.

Asimismo pienso que si fue tanto el dolor y es muy grande la herida, necesitamos desahogarnos pero con esa persona, no lo hagamos en mal estado emocional, dejemos que pase un tiempo para tranquilizarnos y entonces sí hablar. Tal vez encontrarás respuestas, tal vez no, pero habrás sacado todo con la persona indicada y eso te ayudará a perdonar.