Aquellos suspiros que emitía no eran más que lagrimas reprimidas por sueños sagrados muertos, sueños que anhelaba realizar y que simplemente se derritieron cual nieve bajo los rayos del sol y así terminar en una alcantarilla. Ese insoportable picor en los ojos que entre mayor resistencia y fuerza le empleaba mucho más fuerte era el abrazo de aquellos sueños. Lágrimas por recuerdos de lo que fue y de lo que no, heridas sin cerrar, desilusión, enojo, humillación, deslealtad, en fin...
3 meses seguidos de llorar día y noche y sus sueños no regresaban. Hoy hace un año y cuatro largos meses, sigue sin tener motivación, sin poder dormir y cuando por el cansancio de sus ojos logra hacerlo, vuelve a despertar y llorar, no sabe qué rumbo tomará su vida sin aquellos sueños...
Ni hablar, la vida o la muerte no son más que dos opciones entre tantas, levántate de donde te dejaron y no permitas que por ningún motivo vuelvan a destruir, criticar o minimizar tus sueños. Si vuelves a construir un sueño, protégelo y defiéndelo de QUIEN SEA porque a NADIE le va a importar como a ti.
Para poder seguir viviendo y sonreír es necesario tener sueños, son razones para despertar cada día... razones para tomar un nuevo rumbo.